domingo, 22 de febrero de 2009


Cuando uno alcanza a ver los colores de la vida siente algo inexplicable; e irremediablemente, cuando algo es inexplicable estamos destinados a derrochar palabras en torno a ello. Básicamente, ésto es lo que me dispongo a hacer yo en modo preferencial.

En el momento en que vi los colores tuve miedo. Porque sí.

El miedo hace que te lo plantees todo, por ello, como primera verdad que contrarreste el poder una mentira que nos contamos a menudo: la duda no nace tanto de la curiosidad como de la inagotable fuente de temor que nos invade.

Suelo tentarme a medir el grado de magnetismo de los demás en base a la cantidad de preguntas que pueden hacerse a lo largo del día, como si eso fuera el sumum de la inteligencia. Pero luego recuerdo que ésta, como todo, sólo sirve cuando eres capaz de aplicarla de manera práctica y aquí ganas el día que comprendes que todo es absurdo. ¿Cuál es entonces el mérito de preguntar? No lo sé.

Perdemos tanto tiempo en busca de respuestas universales... Queremos medirlo todo, que ese todo sea exacto, que no halla peros, ni matices ni un ay.

Contamos, lo que nos lleva también a descontar. Y mientras tanto, toda nuestra sensibilidad se atrofia. Dejamos de ver luz en las personas para cambiar nuestra percepción natural por una definición que no entiende de emociones. Del calor que te invade cuando la luz de alguien te llama. Cuando su color es el que buscas para representar aquello que quieres.

El color de un beso, de una caricia, de un suspiro, de una mirada, la respiración entrecortada de cuando tus propias prohibiciones hacia algo te ahogan, el olor, el abismo de un adiós aunque haya sido pactado, la tenebrosidad de cuando nos enfrentamos a nuestras sombras, de cuando decidimos pintar sin ocultarnos tras la protección de un interrogante o unos puntos suspensivos...

Porque en realidad todos sabemos y eso es lo que nos provoca mayor pavor.

viernes, 20 de febrero de 2009


Este es el primer texto que publico aquí y parece lógico, cuando uno comienza algo, presentarlo aunque sea mínimamente.

Puedo hablar, pues, de las espectativas que tiene este espacio. Pero ni soy lógica ni creo en los beneficios de esperar.

Lo he titulado "A solas" porque me gustaría conferirle una connotación un tanto intimista.

Cada vez que escribo me gusta pensar que con ello suplo las carencias que presento en mis otras fromas de comunicación. Quisiera crear un rincón tan tranquilo como cuando uno se sienta al atardecer en la playa, cuando ya a penas queda gente, y escucha cómo las olas rompen en la orilla. Desearía no pecar de cursi, lo digo por la frase que acabo de escribir anteriormente. Más que nada sería bonito que le des un sentido personal a cada una de mis palabras, que vivas tu propia historia a partir de ellas, que seas capaz de visualizarte e identificarte. AL FIN Y AL CABO, TODOS FORMAMOS PARTE DE LO MISMO.

Lo mejor del arte, es la posibilidad de hacer que los demás sientan e incluso se emocionen.

Sólo espero que te sientas como en casa cada vez que entres aquí. Yo aún no sé muy bien cómo funciona, pero trataré de ofrecerte algo interesante.

Hsta pronto.