lunes, 24 de agosto de 2009

Países.


“Me sentía muy torpe. No sabía cómo llegar a él, dónde encontrarlo. Es tan misterioso el país de las lágrimas…”
Podría decirse que las lágrimas son un arte si se considera que por muchas normas que haya escritas sobre ellas, ninguna es 100% aplicable.
Cuando vemos llorar a alguien, más allá del sufrimiento empático que esa contemplación nos provoca, tenemos acceso a un universo inmenso que se oculta en el interior de esa persona.
Las lágrimas son una llave hacia la forma de sentir de un individuo. Lo que le conmueve, lo que le hace estremecerse hasta el punto de mostrar al exterior su cara más frágil y vulnerable.
Llorar en público resulta muchas veces difícil por eso. Al fin y al cabo, todos tenemos una coraza y cuesta prescindir de ella porque eso supone contactar de la forma más directa con una realidad que nos apunta con el dedo directo a los ojos, o al corazón (el principio de todo).
Pero aprender a llorar es necesario, aunque a veces resulte injustificable, en verdad detrás de cada lágrima siempre hay un buen motivo.

Durante estas últimas semanas tus brazos se han convertido en un hogar muy confortable para mí. En ellos puedo prescindir de mi máscara y conectar con todas esas emociones que palpitan en mí con fuerza, aprisionadas por un millón de excusas que las retienen vilmente.
Creo que esta tarde, tumbada a tu lado, ha sido una de las poquísimas veces en que he experimentado la libertad y me he sentido en armonía con todo lo que me rodeaba en ese momento: el tacto de las sábanas, la intensidad de la luz, el calor de tu cuerpo, el murmullo que se colaba por la ventana entreabierta…
Ha sido un instante muy especial para mí. Imagino que por eso no quería moverme.
“El agua también puede ser buena para el corazón”.

… Después, me puse a recordar todas las cosas que han ocurrido en los pasados dos años, que me hicieron renunciar a la belleza de la vida y negarme a mí misma. Del rechazo que me dominaba entonces, la indiferencia, la apatía y la dejadez que me llevó a la autodestrucción.
Entré, pues, en el universo de los propios problemas, tan relativo y subjetivo como el de las lágrimas.
Sé que has pasado por momentos realmente duros y lamento no haber estado a tu lado para transmitirte entonces la calma que dices que te doy ahora.
Resulta paradójico comprobar que las personas suelen reaccionar con mayor fortaleza cuanto más grave es el inconveniente al que se enfrentan, y en cambio, parecemos tener una inclinación especial por desmoronarnos ante dificultades mucho menos trascendentes. Pero es que medir la importancia de un problema es tan complicado…
Puede que la gota que haga colmarse el vaso sea la menos densa de todas y aún así lo que realmente cuenta es el efecto que produce.
Eres muy valiente. Es algo que pienso todos los días. En eso y en lo mucho que me alegro de que te hayas dado una oportunidad a ti mismo. Lo que quizá no sepas es que, en consecuencia, nos la has concedido también a todos los que estamos cerca de ti. Para mí contigo todo es maravilloso.
Tú eres esa partícula cuya ínfima variación enseguida noto.
“Nada del universo puede ser igual si en alguna parte, no se sabe dónde, un cordero que no conocemos se ha comido, o no, una rosa…”

Hay tantas preguntas que podríamos pronunciar sin mover los labios, como respuestas se traga el aire. Pero el silencio es hermoso cuando empiezas a leer el cuerpo de la otra persona como si fuera un libro abierto, encontrando en él pistas para solventar todas las dudas que la mente pueda albergar.
“Nunca respondía a las preguntas. Pero cuando uno enrojece, significa <>, ¿No es cierto?”.
Desde ese momento, los únicos secretos que existen son aquellos que uno prefiere ignorar en pro de preservar el misterio.

Acariciar a alguien es lo más parecido a mirar una bola de cristal, siempre y cuando te hayas esforzado por conocer de verdad a esa persona. No hace falta ser adivino, sólo es cuestión de voluntad…y búsqueda.
“Me pregunto si las estrellas no estarán iluminadas para que cada uno pueda un día encontrar la suya”.
Al parecer, yo ya he encontrado la mía.