lunes, 29 de marzo de 2010

Gestión de residuos.


Primero fueron los muebles, incluida la cama.
Después, los cuadros.
Me deshice de todo para hacerle sitio a los recuerdos, que en mi habitación se multiplicaban más que el polvo y se me subían por las paredes como enredaderas caprichosas que todo lo tupen.
Lo peor, pensé cuando ya a penas quedaba un diminuto rincón para mí, es que muchos de ellos no podían guardarse en cajas y el desván los perjudicaba porque no los conservaba con frescura, ni siquiera a esos de segunda mano que nos fueron prestados por algún individuo para el que sólo existe el presente.
Los recuerdos siempre moran a sus anchas.
Sin darme cuenta había dado lugar a un reino de imágenes de ayer, de añoranzas y reproches, de escombros. Cada vez me sentía más oprimida y mis fuerzas para afrontar las nuevas promesas no tenían con qué alimentarse.
Semanas después, cuando mi vecino alertado por el mal olor y el aspecto de dejadez que se intuía en mi casa, avisó a la policía, pasé a ser encasillada como esa pobre loca que sufría el síndrome de diógenes. Acordonaron la vivienda y me sacaron de allí, dejándome sin nada.
¿Qué podía hacer ahora que había perdido el hogar donde residían mis raíces?
...
Para mi sorpresa bastó con desprenderme de todos aquellos lastres y así pude empezar una vida "real" en la que disfrutar con lo que soy y no con lo que algún día fui. Y es que, los fantasmas no te dejan avanzar. Los fantasmas te devoran la esperanza y la determinación.
Ahora, tengo una mansión de lujo.

2 comentarios:

  1. El síndrome de Diogenes de los recuerdos. Debes aprender a gestionar los recuerdos para poder disfrutarlos sin que nos dominen. Sino cada cierto tiempo necesitaremos limpiar la casa de polvo y paja y empezar de cero, pero las oportunidades de empezar de cero no son infinitas, lamentablemente.

    ResponderEliminar
  2. lo se, lo se...esos trenes que no vuelven...

    ResponderEliminar